12 mar 2010

Ricachones


Se ha publicado la lista Forbes con la relación de los tipejos más ricos del mundo. Hay listas para todo. Clasificar y hacer ránquines (que la Academia me perdone) es una manía moderna. La gente se mosquea cuando la meten en una, pero nos encanta ver a los demás clasificados, así sabemos a qué atenernos respecto al prójimo sin ambigüedades, es cómodo y punto.

De todas ellas la que se me antoja más tonta es la lista de los más ricos, entre otras razones porque me temo que nunca me voy a topar con ninguno de sus componentes como no sea en pintura, son como los ángeles (o los demonios), pertenecen a otra dimensión. Ni siquiera sirven como modelo a imitar: veo al Ortega (Amancio) en los primeros lugares y digo, ya está, monto un zara y a vivir; pero qué, hasta los chinos saben (ellos más que nadie) que no me comería un rosco. Para lo único que son útiles es para estimular la envidia, pecado feo donde los haya porque nos asegura el castigo en la otra vida pero no nos hace disfrutar en ésta, como pasa con la lujuria, la gula y otros; así que, además de pasarlo pipa con su pasta gansa, nos arrojan en manos de Leviatán, el demonio de la envidia (también hay una lista y clasificación de demonios ¿qué creíais?), que, cuando hayamos traspasado la puerta del infierno, se encargará de arrojarnos a una fosa con serpientes (según la lista y clasificación de tormentos infernales disponibles para cada pecado). El único consuelo que nos queda es que estos individuos tan prósperos lo serán por haber hecho uso y abuso de la avaricia, pecado no mucho más guapo que el anterior, que también tiene su demonio encargado: Mammón (no podía llamarse de otra manera), y su castigo: el aceite hirviendo (así es el averno, majos); y es que, a nosotros los envidiosos, lo que más nos pone es pensar e imaginar lo canutas que las van a pasar los envidiógenos (hoy estoy por echar una mano a los académicos).

Pensar en la lista de los ricos y venirme a la mente el infierno, todo ha sido una, aunque no era mi intención. Pensaba manifestar mi alivio porque la del año pasado ponía de manifiesto que los pobrecitos ricos habían sufrido el efecto de la crisis y lo eran mucho menos; pues bien, en esta ya se ve que se recuperan, son más ricos. Los pobres también son más pobres; cada cual en lo suyo, un exitazo. No sé de qué nos quejamos.

Pues enhorabuena.

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