15 feb 2013

La función pública (2)

«Existe en España una idea generalizada y difundida por los medios de comunicación de que el tamaño del sector público es excesivo. Esta información se ha visto reforzada en los últimos meses en los cuales se destaca el gran volumen del sector público, así como el excesivo gasto que realiza España en compensar a los trabajadores públicos. Esta idea cobra importancia a partir del argumento de su escasa eficiencia, con la conclusión de que un cambio en la gestión hacia el ámbito privado supondría una mejora significativa. […] estas percepciones son erróneas […], el sector público está poco desarrollado, siendo uno de los países de la UE-15 con un sector público más limitado e insuficiente.»
La anterior cita corresponde a un trabajo del Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona Vicenç Navarro (14 páginas de datos apabullantes sobre la cuestión, cuya lectura recomiendo vivamente). Con contundencia semejante se han expresado repetidamente CC.OO. y UGT. Sin embargo el cuento de la carestía, la ineficiencia y el gigantismo del sector público, no sólo se mantiene sino que cada vez conquista más opiniones a pesar de que sus difusores son individuos como F. González, del BBVA, o Rosell, de la CEOE, pertenecientes a sectores socio-económicos de credibilidad decreciente.
Frente a tales embustes los datos que arrojan organismos nacionales e internacionales (OIT, OCDE, UE) son tercos al situar a España por debajo de la media europea en coste del sector público sobre el PIB y en porcentaje del empleo público sobre la población activa total. Hay países, como los nórdicos que duplican con creces las cifras española, precisamente aquellos menos afectados por el desempleo y con mayor estabilidad económica. Por supuesto también se sitúa por detrás de los grandes estados, Francia, Alemania, Italia.
¿Cómo explicar esta ofensiva del capital privado contra lo público? Hoy desvela G. Vidal en Nueva Tribuna las claves del fenómeno: 1) la gran empresa es el sector que más subvenciones recibe del tesoro público (30.000 millones/año) y necesita que el Estado se descargue de otros gastos; 2) su incapacidad para competir en los mercados internacionales le lleva a intentar por todos los medios desarbolar al Estado trasfiriendo los servicios al sector privado, para lo que hay que crear el estado de opinión necesario de desprestigio de lo público. No entro por ahora en otros perfiles de la gran empresa española, aparte su carácter parasitario, como su incapacidad para crear empleo, su dependencia del fraude fiscal (¿15.000 millones?) y las carencias intelectuales y éticas del empresariado.
Es obvio que una supuesta recuperación económica no terminaría con el desempleo ni con el empleo precario, que ha venido a sustituir al subempleo, típicamente tercermundista y de la España franquista. Sólo el crecimiento del sector público haría posible el milagro (miremos a Suecia, Dinamarca, Finlandia…, países que fueron pobres, especialmente el último, y que hoy gozan de una posición envidiable precisamente porque el sector público emplea más que nadie y proporciona más servicios y seguridad que en cualquier otro lugar del mundo; por tanto, bienestar.
La agricultura sólo subsiste hoy en países desarrollados recurriendo a fuertes subvenciones (PAC) y luchando a brazo partido contra la globalización del sector, frente a las corrientes del siglo. La industria se deslocaliza buscando nichos laborales de bajo coste, que los hay a montones; incluso muchos servicios están siguiendo el mismo proceso. Sólo el empleo público que aporta además servicios que mejoran el bienestar, tiene futuro entre nosotros para lograr el pleno empleo. Las declaraciones de F. González en el sentido de que el trabajador público realiza una actividad improductiva, no sólo no se sostienen sino que revelan las carencias de su formación que no pasó, al parecer, de los textos de A. Smith. Aunque olvida que el padre de la ciencia económica también consideraba improductiva a la actividad comercial y bancaria, como muy oportunamente señala M. Zabaleta en su comentario a mi anterior artículo.

3 comentarios:

Juliana Luisa dijo...

Excelente análisis de la situación. Tienes toda la razón. Pero ¿cómo conseguir el cambio? Solo puedo apelar a la ciudadanía.

Un saludo

Mark de Zabaleta dijo...

Tu planteamiento es de Economía Real...y Social, pero estoy con Juliana Luisa en que es muy complicado actuar contra los intereses (¿Políticos?) ya establecidos...

Un cordial saludo
Mark de Zabaleta

emilio dijo...

Si yo dijera que estoy de acuerdo con V. Navarro, tendría que añadir a continuación que soy uno de esos parásitos a los que monsieur rosell parece perseguir con saña.
No entiendo la ofensiva del capital privado: primero dicen "funcionarios, al paro" porque dirán que así es más barato. Más adelante pedirán recortar el paro.
La pregunta es: y después de la beneficencia, ¿qué?