3 dic 2013

La mejor alcaldesa, la Virgen

Hace unos cinco años y muchas decenas de posts calificaba yo, en este mismo blog, de entre freaky y casposo el espectáculo que daba el ayuntamiento de Morón de la frontera declarando alcaldesa de la ciudad a la virgen denominada María Auxiliadora. Hoy me tropiezo con la noticia de que la corporación municipal de la Línea ha nombrado alcaldesa perpetua de la ciudad a la Inmaculada Concepción. Precisamente de ella  lleva la ciudad el apellido desde el S. XIX para corregir el nombre originario de Línea de Gibraltar (en principio no era más que  eso, una línea fortificada frente al enclave británico) y porque por esas fechas se consumaba el invento vaticano de la Inmaculada. Aquellos eran otros tiempos. En la ocasión que nos ocupa hoy el consistorio linense está gobernado por una mayoría socialista, que se ha cubierto de gloria, nunca mejor dicho.
En aquella ocasión utilizaba yo el suceso para reflexionar sobre el laicismo como componente esencial de la democracia y la obligación de los que pilotan el Estado, en cualquier nivel, de caminar en esa dirección. Obviamente la alcaldesa y los concejales socialistas (¿?) de la Línea no me leyeron, lo que no les reprocho, pero parece que tampoco echaron una ojeada  a los textos programáticos de su partido, ni siquiera a los documentos de su última conferencia política. Seamos consecuentes, podría ser que en realidad leyeran bastante poco. Las cosas les deben llegar de oídas y con el vocerío creciente que procede de la caverna y de los púlpitos cualquiera se lía ¡Pobrecitos!
En los tiempos en que los abueletes de hoy estábamos enredados en aquella tontería (según recientes descubrimientos) que se llamó la transición, una revista emblemática de la época, Triunfo, publicaba una sección llamada “Celtiberia Show”, en la que Carandell, su creador, recogía sucesos y documentos de la España eterna y profunda del tono del que nos ocupa hoy. Publicar y leer, compartir aquel carnaval era una especie de exorcismo con el que esperábamos librarnos de las cadenas mentales recibidas en herencia histórica y colectiva. Juro que por un momento creímos conseguirlo. Era un espejismo.
La permanente sensación de déjà vu que padecemos los que tenemos una edad respetable se debe a que el siglo se atascó, incluso puede que en algún momento gire hacia atrás. Una curiosa pero deprimente vivencia que nunca pensamos experimentar.
Los nietos han escarbado en el jardín y juegan entre alucinados y encantados con los fantasmas que creíamos haber enterrado para siempre. ¡Porca miseria!

1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Un artículo magistral !


Feliz Navidad.