17 ago 2015

Los enemigos del pueblo

Syriza y ANEL juntos en el gobierno griego son piedra de escándalo para muchos que no entienden como pueden aliarse un partido de izquierda radical y otro de derechas no menos extremista. La sorpresa es legítima, pero ¿no hemos visto en el peronismo convivir facciones de extrema izquierda (Montoneros) con otras de ultra derecha (Triple A)?  ¿Acaso no han coincidido Marine Le Pen (FN) y J. L. Melenchón (Parti de Gauche) en la defensa de Syriza y contra la UE? Los ejemplos se pueden multiplicar.


Ante el mismo fenómeno, la crisis y la ‘amenaza’ de la globalización surgen nuevos partidos radicales en Europa, de izquierdas en el sur, de derechas en el norte, de look diferente pero de mensajes intercambiables. La confluencia sólo se explica porque comparten un elemento ideológico/táctico de gran potencia: el populismo. Estas fuerzas políticas emergentes son ante todo, más que nada, populistas. Diría, no obstante, que de dos maneras diferentes: una, espontánea, con simpleza, por ser benévolos; otra por cálculo, que es el caso de Podemos o Movimento 5 stelle, porque no hay que desdeñar la formación de sus dirigentes, fundadores o ideólogos en el populismo posmarxista y posmoderno de Laclau y otros (Podemos ha agregado una curiosa fusión con el tacticismo del viejo troskismo); desde luego, para el resultado final, la diferencia de origen es irrelevante.

El sujeto de atención de unos y otros es un objeto mítico: el pueblo, tan inexistente en democracia, en las virtudes/funciones que se le achacan, como cualquier ente de ficción. Identificado, por una parte, con la nación como hace la derecha (y los nacionalismos, con los que cierto progresismo mantiene una actitud ambigua por el desgarro entre la idea de la lucha de clases como única contienda para la liberación y la descolonización que liberó/creó nuevas nacionalidades); por otra, la nueve izquierda lo hace con los de abajo, el común antiguo, del que ante la pregunta ¿Qué es el tercer Estado? Se respondía Sieyés: Todo. Un ‘todo’ que justifica el apartamiento de los privilegiados, la nobleza de entonces, ‘la casta’ de hoy. Así pues, el pueblo no tiene carta de naturaleza sin algo que se le oponga ilegítimamente, nobleza, casta, potencia colonizadora. De ahí la indignación, rebeldía con que colorean el discurso sus valedores.

La globalización ha puesto en peligro la estabilidad y la seguridad que habían alcanzado las clases medias fusionadas con las clases obreras del Estado del bienestar durante la edad de oro del capitalismo (1945/73) modelado por la socialdemocracia (la peculiaridad española consiste en el retraso que impuso el franquismo); al tiempo, se entreabren puertas por la incontenible presión migratoria de la pobreza tercermundista. Una doble amenaza que justifica la proliferación del mensaje populista, adaptado a los modos de la derecha, la izquierda o el nacionalismo.

El capital y sus grandes poseedores, individuos o corporaciones, se mueven en el espacio globalizado como en su medio natural. Algo parecido a lo que ocurría con la nobleza a finales del Antiguo Régimen, para la que no había fronteras políticas, económicas o culturales y cuyos privilegios produjeron la reacción del pueblo y su toma de conciencia como entidad nacional. La diferencia es que entonces la línea del progreso era la de los Estados nacionales; hoy el progreso es la globalización. Luchar contra ella es buscar el regreso a posiciones ya transitadas. O hacemos que el futuro (la globalización inevitable por el salto tecnológico y demográfico) sea apetecible o entraremos en un bucle regresivo en el que nos parecerá que volver es avanzar. No sería la primera vez en la historia.

Los populismos están haciendo ese papel de denuncia y renuncia del progreso con el señuelo de la defensa del pueblo, sus ‘verdaderos’ deseos,  intereses y derechos, con rancios mensajes apenas travestidos de modernos que calan en la conciencia de las masas inquietas y desconcertadas ante la crisis coyuntural y la estructural que anuncia el nuevo tiempo globalizado.


3 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Los extremos de la cuerda se unen para cerrar el círculo....

Saludos
Mark de Zabaleta

Manuel Reyes Camacho dijo...

Me han sorprendido dos cosas:

a) Que los partidos "populistas" son en realidad regresivos porque se oponen a la globalización. Y el caso es que podrías tener razón...

b) Que este año no te hayas resistido a la tentación de escribir algunas cositas en agosto.

Manuel Reyes Camacho dijo...

Pero me surge una duda:
En nuestro país hay algún partido que sea REALMENTE PROGRESISTA? En el sentido de que acepte la globalización y propongo soluciones a los problemas que plantea?