5 nov 2016

La culpa fue del chachachá

Descubrí hace tiempo que el cielo y el infierno no existen. Fue una deducción lógica después de llegar a la conclusión de que no hay buenos y malos, que todo es una artimaña para entretener y domesticar a los niños. El conflicto está en nuestro interior, no afuera. Sé que hay muchísimos adultos que siguen creyendo en la existencia de estas dos categorías humanas, pero todo tiene una explicación, o varias: 1) la madurez no es una cosa que se alcanza necesariamente, hay niños tan bien educados que jamás dejan de serlo; 2) después de emplearlas para atar corto a los infantes es fácil descubrir lo útiles que resultan en nuestra vida cotidiana para demonizar a los que nos molestan al tiempo que nos justificamos… si ellos son los malos nosotros seremos los buenos; 3) simplificar la realidad es siempre una necesidad dada nuestra cortedad intelectual para comprender el mundo tal cual es.


Los que usan y abusan de la dialéctica buenos/malos deberían tener cuidado porque sin esperarlo pueden amanecer cualquier día clasificados en el lado que no querían. Creo sinceramente que el señor Espinar no es más malo de lo corriente, ni más bueno, pero le perdió el amor al riesgo, que seguramente cultiva como tantos jóvenes. ¿Explica esto que se metiera de hoz y coz en la condena de la especulación inmobiliaria, y más en la sangrante de la vivienda protegida cuando él había iniciado su vida adulta con unos dinerillos que procedían de eso que ahora maldice en otros? Seguramente no. Puede ser que lo mismo que todos tenemos algo de buenos y algo de malos también tengamos algo de listos y algo de tontos y en este caso saliera el lado tonto. También está el darle a la lengua sin control, usarla sin que previamente se haya formado una idea en el cerebro que requiera un discurso articulado que el aparato fonador pueda emitir; o sea, el bla, bla, bla.

El asunto, aislado, es de poca monta y no merecería la pena ocuparnos de él si no fuera porque el personaje es un notable dirigente del Podemos fustigador de todos los vicios políticos que, al parecer, nos han traído la Transición, los socialistas y PRISA. Lo que mejor manejan estos chicos es la indignación, aunque se les note un punto o dos de impostación sobrante; por eso ahora la vuelven contra los que se atreven a ponerles en el punto de mira de la democrática indagación informativa, como si ellos no fueran de este mundo, estuvieran llamados a manejarlo a su antojo o, simplemente, fueran los buenos, por definición, y los otros los malos. El proceso por el que se condena a la alteridad y se convierte al prójimo molesto en ‘los otros’, colocándolo en el otro lado de la alternativa buenos/malos, tiene ventajas indudables para quienes practican el conjuro y resultados catastróficos para todos, lo que mostró sobradamente la historia: ‘los otros’ fueron los amerindios para hispanos o británicos en la ocupación del continente americano; fueron ‘otros’ los esclavos, los judíos para los nazis, los comunistas para los gobiernos burgueses, los burgueses para los gobiernos comunistas… ¿La casta para el pueblo indignado? Se empieza privando al otro de cualidades morales, se sigue arrebatándole derechos y se acaba privándole de la condición humana y hasta, quizás, del derecho a vivir.

No nos pongamos dramáticos. Preferible pecar otra vez de ingenuos y pensar que la culpa fue del chachachá, digo del bla, bla, bla.



1 comentario:

Mark de Zabaleta dijo...

Ciertamente no ha sabido predicar con el ejemplo...