11 ene 2017

"Si cae Iglesias (...) te jodes"

No existe nadie que haya hecho un análisis del populismo, siquiera sea superficial, que no señale la presencia de un líder carismático como una condición sine qua non para su existencia. Un líder capaz de recoger e interpretar la voluntad de la gente, el pueblo, la nación, las masas o como quiera que se denomine a ese ente colectivo fantasmal en nombre del cual se justifica el tal populismo. El líder personifica dos colectivos, el partido y el pueblo, que inevitablemente con el tiempo acaban confundiéndose: los enemigos del partido serán los enemigos del pueblo. La democracia, la ultra democracia asamblearia que suelen montar con grandes alharacas (destinada a convertirse al poco en caricatura de sí misma) se queda ahí; el líder es su muro de contención, todo se discute menos el liderazgo. Si cae el líder cae el tinglado.


Naturalmente no soy un profeta que vaticina el futuro de aquello en lo que todos estáis pensando que pienso.  Me limito a contar lo que muchos hemos vivido en el riquísimo y ya nebuloso siglo pasado y lo que leímos en los ratos libres que nos dejaba la vida.


Con sorpresa, más por ver cumplido lo anunciado demasiado pronto que por encontrar lo inesperado, vemos como los mil y un portavoces de Podemos lanzan sin tregua mensajes para elevar a Iglesias al cielo de los líderes a salvo de toda polémica y desde donde lanzar de vez en cuando (ya empezó) consignas con el ceño fruncido y el corazón estallándole de amor hacia el pueblo y los ‘inscritos e inscritas’ (última denominación de la infantería podemita). Monedero lo ha sintetizado magistralmente, como corresponde a su oficio: «Si cae Iglesias, cae Podemos y tú te jodes». “Tú” soy yo, tú, el pueblo, la gente (esto es una aclaración mía. Perdón por interrumpir).

Los trabajos del staff podemita por construir el líder carismático en la persona de Iglesias con todos los atributos del engendro político, tiene efectos contradictorios en los espíritus sensibles: por una parte, un estallido de ternura por los esforzados hijos que se empeñan en parir al padre; por otra el temblor ante el posible feliz alumbramiento del monstruo. Así es la vida: una onza de buenos sentimientos y una libra de los malos.

Dijo un sabio: «sólo hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana». Esto último es el caldo de cultivo perfecto para que se cumpla la profecía y a los enemigos del pueblo, como tú y como yo, nos alcance la maldición de Monedero, una vez que la beatificación del líder la haya alejado de sobre las cabezas de los inscritos e inscritas.

2 comentarios:

Mark de Zabaleta dijo...

Ya se han diluido, y son como el resto de partidos !

Manuel Reyes Camacho dijo...

¡Genial!, no se me ocurre decir otra cosa después de terminar de reír.